CUARTO MUNDO: LA ACCIÓN EXTERIOR DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS COMO INSTRUMENTO DE CAMBIO Y RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL 1992-2007

Joseba Iñaki Arregi Orue


3. EL CUARTO MUNDO: EL NACIMIENTO DE UNA PARADIPLOMACIA INDÍGENA


Desde el momento mismo de la llegada de los diversos conquistadores a territorio indígena, los PIs pusieron en marcha diferentes formas de resistencia al poder invasor. No es objeto de nuestra investigación profundizar en la riqueza y diversidad de estos movimientos de resistencia, ya que desde el punto de vista de esta tesis resulta de especial interés la actividad internacional.
Durante el siglo XIX, los PIs combinaron tácticas de resistencia militar y la negociación a través de la firma de tratados. Fueron los miembros de la Confederación Iroquesa, los que consiguieron temporalmente una relación paritaria con los poderes europeos debido a su carácter de fuerza estratégica en Norteamérica y generaron una prolífica relación internacional con los poderes coloniales de la época (Woo 2003, Schneider & Furmanski 1992; Cooper 2004).
Desde nuestro punto de vista internacionalista el intento más interesante de crear una alianza pan-indígena se dio bajo el liderazgo de Tecumseh (1768-1813), líder Shawnee. Este líder fue capaz de vincular el proceso de genocidio al que se enfrentaron varios pueblos indígenas fruto del avance de los euroamericanos con la necesidad de construir una alianza pan-indígena que les hiciera frente.
Su campaña contra los EE.UU. durante la guerra de 1812 pudo haber supuesto el nacimiento de un Estado indígena en el corazón del medio-oeste (Hall, 2003) pero el abandono por parte de los británicos frustró el intento.


Más adelante surgieron intentos de resistencia pan-indígena liderados por Tatankaiotanka (Toro Sentado) y Tasunka Witko (Caballo Loco), que permitieron alcanzar la mítica victoria en Little Big Horn, pero que fueron incapaces de frenar el proceso de conquista y domesticación (Wilmer, 1993) que hemos descrito en el capítulo tercero.


En el capítulo de defensa de la singularidad mediante la negociación y la generación de modelos de organización política a imagen de los considerados civilizados en la época, pero que respondían a la tradición republicana, destaca el intento protagonizado por los Cherokee, que proclamaron una constitución de inspiración liberal con la que legitimar su gobierno a ojos de los gobiernos euroamericanos. Tomando como referencia la constitución norteamericana declararon:
Considerando que nuestros Padres han existido, como Nación separada y distinta, en posesión y ejercicio de las esenciales y adecuados atributos de la soberanía, desde un periodo que se extiende hasta la antigüedad, más allá de los registros y la memoria del hombre....Nosotros el pueblo.....por la presente acordamos solemne y mutuamente integrarnos en un solo cuerpo político al modo y con el título de Nación Cherokee (Wright, 1994:349).


El intento de adoptar modelos de constitución, educación etc., semejantes a los euroamericanos son testigos del deseo de ser aceptados como Naciones Civilizadas por una sociedad internacional marcadamente euroamericana.
… los cheroquies crearon un amplio e impresionante sistema de enseñanza pública. Se organizaron en una pequeña república y mantuvieron una cámara legislativa, tribunales y una rama ejecutiva hasta que el gobierno federal intervino y abolió las instituciones (Gutierrez, 1992:25).


Sin embargo, estos desarrollos políticos, que imitaban las estructuras republicanas y tenían como objetivo la modernización y permanencia de las naciones nativas, se constituían sobre el principio fundacional de la propiedad colectiva de la tierra como valor netamente indígena que se quería preservar (Ibid.). Este defensa de la propiedad colectiva y control sobre los recursos por parte de los PIs chocó de frente con los planes de las nuevas republicas dispuestas a expandirse territorialmente y ocupar territorio indígena.


Desgraciadamente estos esfuerzos no obtuvieron eco por parte norteamericana. En 1871 finaliza la firma de tratados que había reconocido como "naciones a los pueblos indígenas". Los 370 tratados firmados entre 1778 y 1871 dejaron de ser reconocidos como de Derecho Internacional (Wilmer 1993, Martínez 1999, Minde 1995).


Es precisamente a finales del XIX y principios del XX cuando encontramos los primeros intentos de acción exterior contemporánea, descritos por Sanders (1980), protagonizados por Maories que en 1882, 1884, 1914 y 1924 que intentaron reunirse con los Reyes o Reinas de Inglaterra para que ellos mediaran en los pleitos que tenían con el gobierno local. En 1909 fueron los Nishga de British Columbia los que intentaron reunirse con el Rey de Inglaterra para conseguir su mediación o la del Judicial Comité of the Privy Council que servía como última corte de apelación dentro del Imperio Británico. En ambos casos las tentativas resultaron infructuosas, se les aconsejó que volvieran a casa y que tratasen de solucionar sus problemas negociando con los gobiernos locales. Estos intentos, aunque insuficientes, constituyeron un auténtico hito en el desarrollo posterior del Cuarto Mundo, ya que demostraron que era posible debatir su caso en presencia de terceras instancias, potenciales aliados y más receptivas que los gobiernos locales (Sanders, 1980).
Tras estos primeros conatos el siguiente intento serio se remonta a la presencia en 1923 del representante iroqués Chief Deskahe y del Maori Chief Ratana in 1924 que presentaron a la Liga de Naciones y a la sociedad civil suiza las reivindicaciones indígenas. Este hecho marca el inicio de un esfuerzo continuado por parte de los PIs por lograr el reconocimiento y la protección de sus pueblos y derechos por parte de la sociedad internacional. La tentativa no tuvo mucho eco pero marcó un hito histórico entre los PIs La experiencia del líder Haudenosaunee (iroqués bajo jurisdicción canadiense) dejó claro que la Liga de las Naciones consideraba a los indígenas como asunto interno de los Estados y que el derecho de autodeterminación y la protección de las minorías no eran para ellos.
Las consecuencias de la II GM, la condena del racismo y la xenofobia, y el objetivo de favorecer la paz entre los pueblos captaron pronto la imaginación de los PIs. Los dirigentes indígenas se dieron cuenta de que el discurso a favor de la paz, los Derechos Humanos (DDHH) y la convivencia entre pueblos abría las puertas a un diálogo entre culturas. Ya en 1950 los Hopi avisaron al presidente Truman de su intención de llevar sus denuncias ante la ONU (Weyler, 1984:213).


Los procesos de lucha en contra del fascismo dieron lugar a un renovado interés por la protección de las minorías (Weyler 1984, Niezen 2003). Los excesos del fascismo dieron lugar al surgimiento de una estructura de promoción y defensa de los derechos humanos y de una importante red de instrumentos de verificación que los acompañan. Asimismo, la lucha por los derechos civiles y de descolonización que sacudieron los cimientos del orden internacional, crearon una nueva conciencia sobre la opresión cultural sufrida por las minorías nacionales; por otra parte, el fracaso de las políticas de asimilación trajo como consecuencia el desarrollo de identidades ínter-tribales; y por último, el desarrollo de las ONGs ofrecieron el cauce de participación necesario para que se diese la génesis del Cuarto Mundo (Minde 1999, Jull 1998, Niezen 2003).


4. EL DESPERTAR DE LAS NACIONES INDÍGENAS


El Cuarto Mundo nace como movimiento internacional de la integración de movimientos de ámbito local, estatal y regional que se agrupan en una gran internacional que tras conocerse mantienen un contacto, intercambio de información, diseño de identidad y agenda comunes y que despliegan una acción coordinada, sobre todo en los espacios ONU.


Los precedentes de su nacimiento se encuentran en los años 60. Es entonces cuando los últimos territorios libres y remotos comienzan a ser explotados para saciar la necesidad de una economía pujante y un sector militar volcado en la guerra fría. Los intentos de abrir nuevas tierras a la colonización y de extinguir los tratados indígenas para asegurar el control de sus tierras, por ejemplo en Canadá con la iniciativa "White Paper". En los EE.UU., Escandinavia, Canadá, Nueva Zelanda y Australia se crearon movimientos de defensa de los derechos de los indígenas coordinados con otros movimientos de derechos sociales (Manuel 1974, Minde 1995, Delgado 1996, Feagin 1989, Eidheim 1995). Junto con la influencia de los movimientos a favor de los derechos civiles el proceso de descolonización constituye la otra gran referencia para la incipiente ideología del "hombre rojo". Pronto los indígenas se dieron cuenta que las naciones-estado que surgían de la descolonización compartían la obsesión por construir naciones-estado homogéneas y que todos coincidían en el "ideal de desarrollo" dominante en los 60. En aquella década el mundo se encuentra surcado por megaproyectos de desarrollo que penetran en los hasta entonces territorios más remotos de la tierra. Estos avances van acompañados por denuncias de genocidios y etnocidios de los que son víctimas los PIs. La Amazonía comienza entonces a surgir como símbolo de la cara oscura de la modernidad.


El efecto de la "conquista del Amazonas" es visible en los procesos de despojo, desplazamiento poblacional, destribalización, deshumanización, desmoralización, dependencia y suicidio colectivo.....La deforestación en estas regiones es sinónimo de extinción, migración obligada y penetración de las petroleras, minería, agroganadería y madereras (Delgado, 1996:11).


La situación agónica que vivían los indígenas despertó el interés de ONGs cristianas, tanto católicas como protestantes (Puig, 2004), que junto con ONGs del Norte y grupos de antropólogos críticos (Coates, 1996) comienzan a denunciar la situación que sufren diferentes PIs. Serán los Shuar los primeros pueblos que se aprovechan de este nuevo interés indigenista por la situación que sufren los pueblos indígenas. Se trata según Weiss (2000), Stavenhaguen (1997) y Morris (1992) del primer caso de movilización en clave étnica capaz de comprometer a organizaciones internacionales en la consecución de sus objetivos.


Durante esta década vamos a ser testigos de una preponderancia del indigenismo, es decir de la actividad de antropólogos, académicos, organizaciones cristianas de buena voluntad que intentan dulcificar el proceso de asimilación que consideraban inevitable. Se trataba de garantizar su integración en las mejores condiciones posibles. Este constituye el panorama dominante de la época y seguía considerando a los indígenas como un problema de desarrollo y un asunto interno de los Estados que no despertaba el interés de las organizaciones a favor de los derechos humanos. Los indígenas en esta época siguen siendo objetos de políticas de bienestar social y desarrollo. Sus derechos sólo se consideraban como de carácter individual y responsabilidad del estado.


En conclusión, durante los sesenta comienzan a organizarse varios movimientos indígenas a nivel estatal, pero podemos afirmar que se trata de un periodo de ausencia indígena en el escenario internacional.


Esta situación cambia drásticamente durante la década de los setenta. La emergencia indígena se vio inspirada por los intentos del Tercer Mundo de afianzarse en esta década como actor internacional en un mundo bipolar. Asimismo, tanto la Cumbre de 1972 en Estocolmo sobre "Hombre y Hábitat" como los acuerdos de Helsinki de 1975 para el desarrollo de los DD.HH. (Sanders, 1980) ofrecieron espacios para la incipiente movilización indígena.


La Cumbre Mundial sobre Hábitat de 1972, celebrada en Estocolmo, contó con la asistencia de George Manuel (Sanders, 1980) y otros diez representantes Hopi (Weyler, 1984). Estos representantes indígenas acudieron con la esperanza de conseguir apoyo por parte de los nuevos Estados fruto de la descolonización, pero pronto comprobaron que se encontraban ante Hombres de Estado firmemente comprometidos con la creación de modernos estados tecno-industriales. Allí pudieron ver como estos líderes ridiculizaban su discurso sobre valores espirituales y la necesidad de respetar la Naturaleza. "Indian leaders learned much about the nature of international politics, and with whom they could align" (Weyler, 1984:213). Este encuentro frontal y concientizador con la realidad de los nuevos Estados marca a estos líderes. Es precisamente la frustración creada a algunos de los indígenas asistentes lo que les lleva a organizar una presencia alternativa (Sanders 1980, Weyler 1981, Ryser, 2001, Minde 1995). Se pone en marcha una rebelión silenciosa de los PIs que cristaliza en la emergencia de un nuevo actor internacional.


Fruto de estas experiencias, la idea de Cuarto Mundo comenzó a tomar fuerza entre representantes de distintos PIs. Esta propuesta surgió como resultado de los contactos internacionales realizados por una serie de líderes, en representación de diversos PIs, que actuaban en la periferia de la civilización moderna (Minde, 1995). Estos produjeron una conciencia sobre las similitudes entre experiencias coloniales sufridas por indígenas de todo el mundo. Esta experiencia de colonización constituye un marcador étnico fundamental que caracteriza al Cuarto Mundo y su propuesta identitaria , el otro lo conforma su conciencia de constituir pueblos en resistencia.


...the Indians who have survived the long process of depopulation and domination preserve a vigorous sense of their historical continuity. The Americas have witnessed a revival of the Indians in recent decades. The indigenous groups are asserting their cultural origins; they are organizing themselves in the new landscape offered by recent events in their respective countries and, through the establishment of various social alliances, they are striving to forge a new, forward-looking identity from their inherited traditions and the modern environment (Commission on Human Rights, 1992: 15 parr.).


La emergencia del Cuarto Mundo coincidió con los Acuerdos de Helsinki de 1975 que tuvieron gran importancia (Ryser, 1992 y 1995) para los PIs, ya que generaron un acuerdo y marco de trabajo internacional novedoso, aprobado por 37 Estados, para hacer frentes a los problemas derivados de la seguridad, las relaciones económicas, contactos entre pueblos/naciones derechos humanos básicos y estándares de conducta internacional. A pesar de no haberse traducido en un tratado de obligado cumplimiento, estos acuerdos tienen un peso moral considerable por haberse ratificado al más alto nivel gubernamental. El Acta Final contiene cuatro ejes principales divididos en tres secciones. La sección 1 se refiere a temas de seguridad divididos en dos partes: La primera incluye una declaración de 10 principios guía para la gestión de las relaciones entre Estados. La segunda aborda temas de seguridad y supone un compromiso en la creación de medidas de generación de confianza mutua entre los Estados signatarios. La sección 2 trata sobre temas de cooperación en los campos de la economía, la ciencia, la tecnología y el medioambiente. La sección 3 se centra en la cooperación humanitaria y en otros campos. Ryser considera que una de sus virtudes es la creación de un marco novedoso para la acción colectiva entre Estados que generó nuevas oportunidades y dinámicas de participación con los PIs, así como un sistema de monitoreo internacional. Entre los resultados más patentes cabe destacar que la Administración Nixon aplicó el principio de autodeterminación en sus relaciones con los PIs de los EE.UU. Según Ryser (1995) el informe de progreso de 1979 sobre el grado de cumplimiento de los EE.UU. afirma que las relaciones con PIs se regulan en los principios VII (derechos de minorías nacionales) y VIII (autodeterminación). Asimismo este autor significa que la Comisión sobre Seguridad y Cooperación en Europa solicitó a USA información sobre la esterilización de mujeres indígenas y este suceso conformó un capítulo del informe de los EE.UU. de ese año de 1977 sobre el cumplimiento de los Acuerdos de Helsinki.


Junto a la existencia de este marco de cooperación internacional, la política de defensa de los derechos humanos desarrollada por el Presidente de los EE.UU., James Carter con la condena de los regímenes racistas de Rodesia, Sudáfrica, o las violaciones de derechos humanos acontecidas en Chile, crearon un nuevo marco favorable a la movilización indígena. En la medida en la que los derechos humanos se afianzan en la agenda internacional surgen oportunidades hasta entonces desconocidas para los PIs. Además durante los setenta, las luchas de liberación nacional y el proceso de descolonización mostró la realidad del colonialismo interno que sufrían los PIs y minorías nacionales de todo el mundo. Durante los 70 la lucha contra la asimilación y por los derechos sobre los territorios se convierte en un tema central de los movimientos indígenas de los EE.UU., Canadá, Australia, Chile, México y Paraguay. Las luchas indígenas atraen el interés de grupos críticos con el sistema. En las plataformas de apoyo a los PIs encontramos desde ecologistas a defensores de derechos humanos o del desarrollo alternativo (Weiss, 2000). Comienza un periodo de activismo indígena que actúa en diferentes niveles.
Resistance against cultural and physical genocide and the struggle to obtain recognition of political and economic rights continues at the local, national and international levels. Weapons of resistance range from primitive bows and arrows to the submission of petitions before the International Court of Justice (WCIP, 1981:NET)


Esta nueva conciencia se desarrolló en un periodo histórico marcado por la pujanza del Tercer Mundo y la crisis del petróleo que dieron lugar a un nuevo pensamiento internacional que comienza a enfatizar la interdependencia global. En este contexto la colaboración internacional para llevar a cabo los planes de desarrollo recibe un gran impulso. Paralelamente los Estados comienzan a explotar regiones remotas en busca de recursos que les garanticen su autonomía ante posibles nuevas crisis del petróleo. Se produce pues la conquista y ocupación de más territorios indígenas. En este contexto la experiencia del colonialismo interno se convierte en un fenómeno universal. Esta situación no pasó desapercibida para los PIs.


Es hasta 197O que, gracias a los movimientos africanos de liberación, se redefinió el concepto de colonialismo aplicándolo a los Pueblos nativos opresores y locales que operan en cada Estado independiente. Se definió que un Pueblo es colonialista e imperialista cuando, entre otros, monopoliza y controla el Estado mientras que el resto de comunidades étnicas son sujetos coloniales, practica la opresión lingüística y cultural contra los sujetos coloniales, mediante el expansionismo cultural de su étnia o la prohibición de enseñar y utilizar los idiomas no oficiales. Asimismo, cuando realiza esfuerzos por asimilar a los miembros de los Pueblos y nacionalidades oprimidas so pretexto de reconocerles igualdad de derechos y darles el acceso al poder, y cuando practica políticas específicas de explotación económica de los miembros de Pueblos dominados, etc. (Cojti, 1997:25).
Fruto de estas nuevas alianzas los PIs son capaces de desarrollar estrategias inspiradas en los movimientos de defensa de los derechos civiles y llevar a cabo iniciativas de resistencia civil (Feagin 1989, Morris 1992). Comienza a fraguarse un discurso en contra de la superioridad del hombre blanco y de crítica al desarrollismo (Wilmer, 1993). La denuncia del "ecocidio", genocidio y "etnocidio" sufrido por los PIs y la naturaleza, forma parte de los discursos indígenas de la época. En este resurgir indígena los PIs comienzan a presentar a las culturas indígenas como solución viable a las violaciones que sufren ellos y sus territorios.
The white Europeans are new comers to the continent. They sharply accelerated war on the continent. They killed many animal species. They betrayed the Native Americans who had aided them in establishing a place on the continent. They destroyed the ecosystem and polluted the environment. Respect for the land and nature is a common theme in many Native American cultures. Many Native Americans now argue that the solution to problems of environmental damage lies in recognizing the superiority of Native Americans values, including a respect for the environment and a strong sense of community (Feagin, 1989:201).


Su carácter de naciones indígenas, su vínculo con la naturaleza y con sus territorios ancestrales, la denuncia de las violaciones de derechos sufridas y la reivindicación del derecho de autodeterminación se convierten durante esta época en los temas dominantes en el discurso indígena tanto estatal como internacional.

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